jueves, 4 de julio de 2013

LA VUELTA A LA MANZANA


Todos los días, cada tarde, dos bendiciones del cielo, me piden que demos una vuelta a la manzana.

 Sus caritas se iluminan, se notan ansiosas y felices, nada mas de pensar que tipo de aventuras, misterios y diversiones encontraran en esa vuelta a la manzana.

 Esa alegría me la trasmiten y contagian, pues para ellas que están ávidas de conocimiento por su incipiente edad, el exterior de su hogar, es una maravillosa novedad.

 Al salir a la puerta, ellas deciden que dirección tendrá nuestra diversión.

Brincan, corren, saltan, ríen y saludan a cuanta persona se encuentran en el camino.

 Si pasan por una cochera y sienten peligro, esperan a su papá, para que las cuide de los feroces cánidos.

Caminamos sin rumbo, 10 o 15 cuadras, ellas quieren ir mas lejos hasta el fin del mundo, quieren conocer los misterios y maravillas de este planeta, al que decidieron venir.

 Una felicidad enorme embarga mi corazón, al verlas tan felices y contentas en su aventura exploratoria, no olvidan a su mamá, siempre quieren llevarle flores de un jardín que se le ocurre cruzar por nuestro camino, son implacables, siempre escogen las flores mas bonitas y coloridas.

 Por fin regresamos a nuestro hogar de esa extenuante aventura y la felicidad es aun mayor, pues llego la hora de entregarle a su mamá el preciado tesoro de las flores.

 Hoy día con cientos de kilometros de distancia, que por azares del destino tuve que separarme de su lado, cada tarde recuerdo con mucha tristeza, dolor y nostalgia, el no poderlas llevar a la vuelta a la manzana.

 La alegría y felicidad se alejaron de mi lado.

 Me pregunto, ¿si su mamá, su abuelo o su tía, les darán su vuelta a la manzana?.